Diez cosas que hubieras deseado saber antes de cumplir 40

No sé qué tienen los cumpleaños década, pero parece que a los 40 se deberían de haber alcanzado algunas cosas en la vida y a los 20 invariablemente se prueba lo hondo del río con los dos pies, pues los jóvenes son seres impulsivos que no piensan en el futuro ni en las consecuencias de sus actos. Esto, el ser joven, impulsivo, inconsciente, inmaduro, bla, bla, bla, tiene una explicación neurobiológica, pues en la juventud, y sobre todo en la adolescencia, el cerebro está en continuo desarrollo y maduración y durante este periodo están más desarrolladas las áreas cerebrales emocionales mientras que otras, como las áreas que facilitan un mejor control de impulsos, alcanzan su madurez en edades más avanzadas.

De ahí el famoso "era joven y muy tonto" que aplicamos con frecuencia a las decisiones tomadas cuando jóvenes. Pero ¿cuándo llegará ese momento de total madurez? Quizá nunca, ya que la neuroplasticidad cerebral permite un desarrollo constante y adaptativo de las funciones cerebrales a lo largo de toda la vida. El cerebro siempre sigue aprendiendo y madurando y es difícil establecer una edad de madurez cerebral, pero parece que se puede poner un banderín en la frontera de los 40 años, que para ese entonces la vida se habrá encargado, queramos o no, de enseñarnos algunas cosas y proveernos de aprendizajes especiales derivados de nuestros errores. Entonces, es posible que llegues al "ojalá hubiera..." y aunque personalmente creo que nadie escarmienta en cabeza ajena, aquí está una lista de las diez cosas que algunos cuarentones me contaron y otras que me pasaron a mí (¡horror! acabo de descubrir mi edad) junto con un artículo que leí en el periódico El País.

1. Ojalá hubiera entendido antes que las personas no cambian

Eso es algo que aunque lo sepas no lo entiendes: las personas son así y no cambian con facilidad. Es muy difícil entender las motivaciones internas de las personas, el porqué son de una manera u otra, lo que sí está en su mano cambiar y lo que no. Pero siempre se puede mejorar. Es verdad que existen algunos rasgos fundamentales de la personalidad que no se pueden cambiar (ser irritable, tímido, rencoroso o tenaz), pero siempre se pueden moderar en aras de mejorar las relaciones con los demás. Así que si esa persona no hace el mínimo esfuerzo y se escuda en "yo soy así" y esto te está dando problemas, es momento de salir de ahí y dejar de esperar que suceda lo que no va a suceder. Las personas son así porque así quieren ser, no porque no lo puedan evitar. Y el poder de cambiar está en ellas, no en ti.

2. Ojalá me hubiera liberado antes de la necesidad de aprobación

Confiésome: tomé decisiones pensando en obtener la aprobación de los demás ¿la obtuve? a veces ¿me sirvió de algo? de nada. Y cuando por fin lo entendí, fue muy liberador: las decisiones son sólo mías, porque las consecuencias me suceden solamente a mí. Y aunque nunca desprecio las opiniones sinceras y los consejos inteligentes, entendí que las personas cuentan sus experiencias desde lo que son y mi historia no es la suya.

3. Ojalá no hubiera estado tanto tiempo en aquel trabajo que odiaba

Sí, a veces es por dinero -todos necesitamos pagar la renta al fin de mes-, pero muchas veces también fue por miedo. Fue porque la empresa tenía nombre y prestigio, porque me agradaban mis compañeros, porque quedaba cerca de casa. Fue porque me sentía profesionalmente entumida, poco capacitada y tenía miedo de empezar de cero en otro sitio. No saben como odiaba mi trabajo en aquel banco. Cuando por fin me decidí, descubrí que fue muy fácil renunciar y empezar de nuevo con un sueldo multiplicado por dos y mejor horario. El cambio de aires fue muy bueno y no tengo explicación del porqué no lo hice antes. Ojalá en aquel entonces hubiera existido www.holatrabajo.com para facilitarme la vida.

4. Ojalá me hubiera cuidado más y desde antes

Todos nos sentíamos invencibles. Sí, escuchamos sobre los peligros, pero siempre existe esa vocecita que dice "a mí no me va a pasar". Todos pensábamos que el alcohol, el tabaco, la sabrosísima comida basura y las desveladas que nos pegábamos saliendo cuatro noches cada semana en la Universidad nunca pasarían factura. Que para eso se es joven. Pero los que se quedaron detenidos en ese modus juvenil y continuaron la fiesta hasta bien pasados los 30, se arrepienten cuando la salud o la vida se resiente. Y es que cuando se es joven, el cerebro está influido por una máxima sensibilidad a la Dopamina, el neurotransmisor que interviene en la toma de decisiones a base de recompensas que en etapas de edad más avanzadas este mismo mecanismo de recompensa se ve modulado por la influencia de otras estructuras cerebrales, fundamentalmente aquellas que tienen que ver con el control de impulsos y con los procesos de aprendizaje. Esto podría explicar que esas actividades más de riesgo que nos dan placer en edades tempranas se conviertan, con el tiempo, en cenas con amigos, viajes o un vino frente a la chimenea. Todo mucho más tranquilo...es decir, se trata de que la juventud no arruine tu etapa adulta.

5. Ojalá hubiera disfrutado más del sexo cuando era joven

A menudo, veo la pasión de esos novios jóvenes y efímeros que se deshacen a besos por la calle y el recuerdo de lo vivido me hace sonreír. Pues bien, esa etapa se va y llegan nuevas con la madurez, sin que se pueda decir cual es mejor, sino que más bien cada cosa va en su etapa. Pero definitivamente, llegará el momento en que el sexo será más esporádico hasta que la llama se apague por completo. Así que aprovecha mientras puedas.

6. Ojalá hubiera usado y disfrutado las cosas en lugar de guardarlas para una ocasión especial

En la limpieza de primavera salen al pasillo cosas sin usar. Una vez me robaron unos aretes que no había estrenado. Así aprendí que no se debe esperar porque la vida es una ocasión especial y empecé a usar mis joyas, me atreví a ese corte de pelo, hice ese viaje y me concentré en no acumular. Comprar las cosas para usarlas. Porque todo tiene fecha de caducidad y se irá perdiendo, según sea el caso, por falta de espacio, por falta de utilidad o por falta de vida. Y observo con atención a los millennials que gastan hoy menos dinero en posesiones materiales y más en experiencias, como conciertos de música y viajes, a la vez que me parece que comprometen su futura pensión de vejez. Como con todo en la vida, debe existir un equilibrio.

7. Ojalá hubiera viajado más antes de ponerme a trabajar

En muchos países es muy común que los jóvenes se tomen un año sabático para viajar y conocer el mundo antes de iniciar su vida laboral. En otros, el ansia por empezar a trabajar e independizarse o el miedo por quedarse fuera de esa carrera hacen que nos lancemos a la oficina antes que al mundo. Ojalá hubiera viajado más de joven, cuando tenía más energía, menos responsabilidades, cuando me daba igual quedarme en habitaciones compartidas en hostales, podía dormir en el piso y con cualquier cosa por almohada, todavía no aprendía tanto sobre gérmenes y bacterias y tenía más amor por el riesgo. Viajar cambia la forma en la que te relacionas con el mundo y te hace más sabio, humilde y empático. Todas esas cosas son recomendables (y necesarias) a cualquier edad, pero especialmente útiles cuando uno es joven y se está formando una idea sobre la vida.

8. Ojalá no hubiera acumulado tantas posesiones materiales

Dicen que no es bueno contar con mucho espacio para guardar, porque te da por comprar lo que no necesitas. Pero de eso sólo me di cuenta cuando tuve que enfrentarme a mi primera mudanza. ¿Qué diablos es todo esto? ¿Por qué y cuándo lo compré? ¡Dios mío, caducó hace tres años! Los beneficios de un estilo de vida minimalista han sido cubiertos por varios estudios y libros. "Un estilo de vida minimalista implica ser consciente de las cosas que poseemos, las cosas que compramos y cómo invertimos nuestro tiempo", afirma Francine Jay, la autora de The Joy of Less. Vivir con pocas cosas nos aporta espacio, nos da una idea de lo que es realmente importante y propone también un continuo y sano ejercicio de autocontrol. ¿Otro Black Friday, más rebajas? ¿Pero necesitas realmente algo más en casa?

9. Ojalá hubiera votado en todas las elecciones

Según un sondeo de Metroscopia, los ciudadanos de entre 18 y 34 años tienden a votar menos que el conjunto de la ciudadanía. Se debe entender a temprana edad que la democracia es un ejercicio que no funciona si sólo unos cuantos se comprometen con ella y que todos debemos contribuir con nuestra parte para que sea una efectiva forma de gobierno. Mediante el voto se elige a las personas que nos representarán de manera política durante 6 años, el presidente de la República se definirá y el ganador repercutirá en nuestro futuro. Así que es necesario informarse sobre las propuestas de cada uno de ellos y votar por quien te parezca más afín a tus necesidades e intereses. Existen nuevos partidos surgidos en los últimos años que acaban con el bipartidismo y captan parte del voto joven, pero muchos tuvimos la sensación a esas edades de que la política no era cosa nuestra, de que votar era un asunto de nuestros padres. La crisis y sus consecuencias nefastas sobre la juventud están cambiando esa situación. Pero no hace falta una crisis para saber que somos unos privilegiados por poder ejercer el derecho a voto y elegir democráticamente a quien nos gobierna. Solo hay 87 países en el mundo donde esto se puede hacer de forma transparente.

10. Ojalá no hubiera esperado que la vida fuese siempre justa

Porque no lo es. Y aunque la vida no es un lecho de rosas, tampoco es un camino de espinos, no siempre llueve ni hace frío. Pero uno puede poner su granito de arena para que la vida sea justa en todo lo que esté a su alcance. Y esa sensación hará que el resto de los problemas parezcan menores.